El eqipaje de los sueños
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Revista VIVA (Clarín) 14/1/2001

Inmigrantes de toda Europa se aventuraron al Río de la Plata detrás de alguna esperanza. Sus pertenencias viajaron con ellos en baúles, testigos de un pasado personal que es también el pasado del país. A través de ellos, en sus innumerables viajes, hoy es posible reconstruir fascinantes historias.

EL TESORO DE LAS NOVIAS
BAUL DE LA FAMILIA BELL

Nada se adivina detrás de sus ojos transparentes. Todo lo dice ella: la voz suave, el acento indomable, el cigarrillo que dibuja en el aire, con humo y elegancia, la historia de su familia. Dice Sandra Bell: "Era costumbre que las novias viajaran a Europa a comprar su ajuar: puntillas, encajes, satenes, que debían transportarse con mucho cuidado". Obedeciendo a esas costumbres fue que una bisabuela de Sandra, hace más de un siglo, llenó de delicadezas un enorme baúl vertical de dos cuerpos, con percheros y cajones. "Es que los viajes eran muy largos", explica. Y cuenta cómo semejante maletón fue y volvió varias veces a Inglaterra, a bordo de los barcos Amansora y Arlanza. "Los baúles, gigantes, llevaban grabadas las iniciales de su dueño y otra letra para indicar si debían cargarse en la bodega o la cabina. Cada viaje parecía una mudanza: se llevaban vestidos de terciopelo, sacones, camisas de seda."

La historia de los Bell nos lleva hasta Liverpool, en 1825 o 1830, cuando el inquieto George tomó uno de los barcos de la flota de su padre para conocer las exóticas pampas argentinas y terminó radicándose en el sur. Su hijo, el argentino Tomás, se dedicó a criar el ganado que traía de Europa en un paraje entonces alejado de Buenos Aires que tomó su nombre: City Bell. Miembro fundador del Jockey Club y director del diario Buenos Aires Herald nunca dejó de viajar a la patria de su padre, costumbre que también heredó su hijo Arturo. "El murió joven, entonces Alejandro (su hijo y mi padre) tuvo que hacerse cargo de todo. Mi abuela lo premió enviándolo a Inglaterra a estudiar pintura, su pasión. Allí conoció a mi mamá, que enloqueció con su facha y decidió seguirlo", dice Sandra. "Hoy, mis hijas Alexis y Nadine también se sienten parte de esta historia: todas somos eslabones de la misma cadena", aclara. Como si hiciera falta.